Queridas y queridos:
Les propongo hoy que lean un fragmento, el IV, de Doña Luz, que Jaime Sabines escribió a tu madre, y que pueden encontrar en: http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_video.php&wid=373&t=Doña Luz (IV)&p=Jaime Sabines&o=Jaime Sabines
Espero sus comentarios.
Me gusta mucho. Incluso, creo, que algo así he asumido como mi filosofía de vida en la medida de lo posible. Me recordó el título de un libro de Efráin Bartolomé que en otras palabras me sugiere algo similar: Cantando el triunfo de las cosas terrestres. Un abrazo para todos.
ResponderEliminarGracias, Migue. Qué bueno que haces esas conexiones.
EliminarEl poema me sugiere desconcierto, el mismo que he experimentado cuando se me ha muerto alguien. Tan natural como la muerte y el desconcierto que ocasiona, me parece el asirse a lo terrenal, a lo que permanece a nuestro alcance, lo que nos permite soñar que estamos vivos. La memoria n
ResponderEliminarApareció cortado tu comentario, Isaac querido, tanto que no se entiende lo que quieres decir. Tal vez puedas elaborarlo nuevamente. Gracias.
Eliminar¡Vaya! Casi un mes después me doy cuenta de esto. Ya ni siquiera recuerdo qué fue lo que quise decir después de "La memoria n". Lo que si recuerdo es que me resultó muy familiar esa confusión entre la vida y la muerte, seguramente exacerbada por el desvelo y la depresión emocional ante la muerte de ser querido. Con frecuencia pensaba en aquella persona como si estuviera y de pronto el recuerdo de su muerte me golpeaba brutalmente... Quizá era algo parecido a esto lo que escribí antes y no apareció.
EliminarGracias, sobre todo por el esfuerzo de memoria. Jajaja.
EliminarA mí me ha dolido muchísimo la muerte de algunas personas muy queridas para mí y luego, aparentemente, lo he superado. Sin embargo, se queda ahí el vacío, siempre, tanto que vuelve, se manifiesta, cuando menos me lo espero. La necesidad de un abrazo como nadie me ha dado, de una conversación como con nadie más he tenido, de un estado de ánimo relajado, confiado, como con nadie más he vivido. En fin, así es esto de la muerte en la vida, creo.
Jejeje, pues creo que precisamente la memoria es lo que hace la diferencia en este caso, para que pudiera completar la idea, claro, pero también para encontrar el sentido del poema de Sabines. Creo que efectivamente uno supera la pérdida cuando aprende a vivir con la consciencia de la pérdida, pero nunca es otra cosa, siempre es, como decíamos de las necesidades sociales en el diseño curricular, "una carencia o condición indeseable", sólo que esta es insatisfacible. Esto, me parece, se condiciona por un rasgo egocéntrico de nuestra cultura: para los que nos quedamos a vivir la muerte, las personas no se mueren simplemente, se nos mueren.
ResponderEliminarMe pareció bonito, me gusta, el ¿nos separa realmente? porque creo que ni la muerte puede realmente separarnos de un ser tan querido.
ResponderEliminarGracias
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